sábado, 26 de marzo de 2011

LA CRÍSIS POLÍTICA. EL GOBIERNO DE GUSTAVO DÍAZ ORDAZ 1964-1970

EL CONTEXTO INTERNACIONAL

En el ascenso a la presidencia de Díaz Ordaz jugará, como lo veremos, un papel importante su desempeño como secretario de Gobernación, pero sobre todo su aspecto de político especialista en reprimir a los movimientos sociales y populares y su manifiesto anticomunismo. En esta definición jugará un papel relevante la presión velada o descarada de los Estados Unidos a través de un programa como el ALPRO (Alianza para el Progreso), que pretendía brindar ayuda económica en la región para evitar la propagación del <>cubano.
Con el ALPRO Estados Unidos pensaba evitar no sólo movimientos revolucionarios como el cubano sino también reformas indeseables como la de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 continuando así con la rivalidad internacional de los bloques de poder, el soviético y el estadounidense, propios de la posguerra y como continuación de la Guerra Fría después de la efímera coexistencia pacífica. Kennedy quien diseñó esta política poco después de haber asumido su mandato, propicio junto con sus sucesores que se invirtieran en forma de ayuda hacia América Latina entre fondos públicos y privados veinte mil millones de dólares. Con esta inversión se pretendía incorporar a América Latina como zona exclusiva de influencia de los Estados Unidos. En el diagnóstico que mando realizar Kennedy para aplicar esta política se observaba que los conflictos sociales en Latinoamérica eran resultado de la pobreza y de la desigualdad extremas. Por lo que era necesario alentar en la región el crecimiento económico.
Durante la década de los 60 los Estados Unidos se asumirán en el gendarme de América Latina y el Caribe; Cuba será la excepción, protegida bajo el poder de la URSS. Díaz Ordaz asumirá, al igual que López Mateos, la política de sujeción a los Estados Unidos mediante el ALPRO y la ratificación de los principios de la Carta de Punta del Este.

EL ASCENSO DE DIAZ ORDAZ A LA PRESIDENCIA

El sexenio de Díaz Ordaz es dentro del sistema político mexicano el del límite máximo del autoritarismo. A principios de 1963, López Mateos había dejado correr la voz a la opinión pública como candidatos a casi todo su gabinete: Donato Miranda Fonseca, Ernesto P. Uruchurtu, Antonio Ortiz Mena, Julián Rodríguez Adame, Raúl Salinas Lozano, Manuel Moreno Sánchez, Javier Barros Sierra, Alfredo del Mazo, Javier Rojo Gómez, Benito Coquet, y desde luego, Gustavo Díaz Ordaz.
Una coyuntura le permite al Secretario de Gobernación ser señalado como el candidato ideal: el ex presidente Alemán apoyaba a Ortiz Mena; el general Cárdenas buscaba un candidato que representara los interés del grupo que aglutinaba, y pensaba en Heriberto Jara como su representante; Díaz Ordaz será la posición intermedia que aglutinara las fuerzas del poder político en virtud de que ninguna de estas facciones puede quedar fuera del curso de este arreglo político, pues depende de este la fortaleza y la unidad de la hegemenonía política del partido en el poder.
El conservadurismo de Díaz Ordaz está marcado por su desempeño como Secretario de Gobernación, donde siempre fue intolerante con la izquierda, aplicando por cualquier motivo contra los líderes sociales el <>.

POLITICA INTERNA

Al llegar a la presidencia de la república, Díaz Ordaz, asume un papel más de ejecutor de castigos que de ejecutivo. Los elementos que lo caracterizaran serán la rigidez, tomando como eje el ejercicio de la justicia, emparentándolo a la vez con sus concepciones de lo prohibido y lo permitido, y sus costumbres administrativas que sobreponía sobre la negociación política.
Díaz Ordaz continuara la ideología política "desarrollista" de su antecesor López Mateos. Sin embargo, la diferencia radical será el exacerbado autoritarismo presidencial con que asumió sus funciones ejecutivas. El gobierno gira en torno a la estabilidad monetaria y ante el conservadurismo en el apoyo al campo, señalado por la declaración de que ya no hay tierras que repartir, por lo que sólo queda una mejor redistribución. Con el ascenso de Díaz Ordaz los sectores empresariales nacionales y extranjeros se vigorizan como resultado del viraje de la política del régimen y como resultado del debilitamiento de los grupos de izquierda a nivel social y del ala liberal de la <>, tal es el caso del expresidente Cárdenas.
La política desarrollista de Díaz Ordaz, su programa de gobierno, se expresa claramente en el Proyecto de Lineamiento para Desarrollo Económico Social 1966-1970, donde se señalaban los siguientes objetivos: 1. Alcanzar un crecimiento económico por lo menos de 6% en promedio anual. 2. Otorgar prioridad al sector agropecuario para acelerar su desarrollo y fortalecer el mercado interno. 3. Impulsar la industrialización y mejorar la eficiencia productiva de la industria. 4. Atenuar y corregir desequilibrios en el desarrollo, tanto regionales como entre distintas ramas de la actividad. 5. Distribuir con mayor equidad el ingreso nacional. 6. Mejorar la educación, vivienda, las condiciones sanitarias asistenciales, la seguridad y, en general, el bienestar social. 7. Fomentar el ahorro interno. 8. Mantener la estabilidad del tipo de cambio y combatir las presiones inflacionarias
Sin embargo, durante el sexenio se manifestaron y propagaron diversos objetivos, acciones y metas gubernamentales, tales como: conservar la estabilidad económica y la tranquilidad política; mantener la unidad nacional como norma inquebrantable de gobierno; conservar la independencia de México, la libertad, la dignidad y el progreso de los mexicanos; fortalecer el Poder Judicial Federal y elevar su eficiencia; mejorar las condiciones económicas, sociales y técnicas de las fuerzas armadas; procurar que a nivel internacional prive la equidad y la eficacia.
Estas metas y objetivos de gobierno simplemente reivindicaban como único camino el del modelo el del desarrollo estabilizador y la consolidación de la intervención del Estado a favor del gran capital nacional y extranjero. Durante el sexenio de Diaz Ordaz, como lo veremos más adelante con más detalle, el sector agrícola supedito su desarrollo al sector industrial que sólo creció de 1963 a 1969 en un 2%, la inversión estadounidense pasó a ser del 80% del capital extranjero. La estructura económica se diversificó aumentó al disminuir la producción de textiles, calzado, alimentos industrializados, bebidas y otros a favor de la producción de bienes intermedios, petróleo y electricidad que aumentaron gradualmente. En su totalidad el PIB creció en la década de los 60. Sin embargo, la redistribución del ingreso como el más ambicioso objetivo del desarrollo estabilizador no se logró. En cambio en el sector agrícola aumentaron los índices de inflación, que a la larga lo descapitalizarían. El capital se fortaleció ya que el ahorro interno beneficio a la banca privada, lo que también propició el uso de tarjetas de crédito, y por ende, el aumento de un mercado de bienes no indispensables y superfluos.
Tal parecía que la política nacional era la correcta, sin embargo, los límites del desarrollo estabilizador estaban marcados por sistema capitalismo internacional, el que hacia 1967 marcaba ya un anunció de la crisis de los 70, y el inicio de una nueva etapa de proteccionismo comercial a nivel mundial.

EL PROYECTO DEMOCRATIZADOR DEL PRI Y SU FRACASO. PROBLEMAS DE LOS SECTORES MEDIOS URBANOS Y SUS EXPRESIONES POLÍTICAS: MOVIMIENTO MÉDICO DE 1964-65 Y MOVIMIENTO ESTUDIATIL DEL 68.

El proyecto democratizador del PRI y su fracaso.

En diciembre de 1964 los intentos del cambio democrático tuvieron su origen, paradójicamente, en el propio PRI, cuyo presidente, el tabasqueño Carlos Madrazo intentaría cambiar los mecanismos de elección interna de los candidatos a representación popular, con lo que creía sería el primer paso para una transformación más radical. Madrazo había sido gobernador de su estado natal y se había caracterizado por su madurez, apego a la ley y la construcción de una amplia obra pública que le dio entre sus coterráneos gran popularidad. Asimismo Madrazo no partía de cero, conocía los mecanismos más añejos y viciados del funcionamiento de su partido, por lo que había decidido intentar desterrarlos. La experiencia del nuevo presidente del PRI tenía su antecedente en las elecciones primarias partidarias emprendidas durante el alemanismo, empero, esta tradición no fructifico y prevaleció la negociación de caciques y hombres fuertes locales, interés de los sectores del partido o de los gobiernos estatales en el poder para imponer o sostener a sus candidatos con la burocracia central del partido y de consuno con el poder presidencial. Tal parecía que existía una regla no escrita donde se señalaba que los candidatos a diputados y senadores por la Federación los nombraba el presidente, los diputados locales los gobernadores de los estados y a los alcaldes el pueblo. Sin embargo, esta regla no funcionaba tan mecánicamente ya que las élites de los estados y los poderes regionales presionaban el centro para tratar de apoyar a los candidatos de su conveniencia e imponía a los municipios sus candidatos a regidores. Estos mecanismos de elección que se habían afinado desde la creación del PRM alejaban a los candidatos de las bases, lo que era un peligro latente para su alejamiento del partido sobre todo a nivel municipal. Esta situación era ya muy evidente en algunas partes de la república. En San Luis Potosí este despertar de las bases se dio con la formación de la Unión Cívica Radical liderada por el médico de gran prestigio, el Dr. Salvador Nava, quien había militando en el PRI e intentado buscar la presidencia de la capital potosina, pero se había enfrentado al veto del cacique local Gonzalo N, Santos.
Esta situación evidenciaba que los líderes priistas podían mover a las bases llenando plazas y realizando mítines pero que su voto no era seguro. La transformación de las ciudades a través de la migración campesina había hecho que estas se convirtieran en un conglomerado más heterogéneo difícil de “controlar” políticamente hablando. Parecía que los tres sectores del PRI no dotaban al partido de la capacidad suficiente para mantener su hegemonía electoral. Aunque hoy nos parecen un poco tibias las medidas de Madrazo convulsionaron los intereses de la clase política de su partido, provocando inquietudes y zozobra al ver dañados sus intereses. Madrazo nunca hablo de modernizar al PRI su propuesta de reforma consistía simplemente en plantear el alejamiento de las bases de los poderes de los Estados y del Federal. Su reforma comprendía tres aspectos fundamentales. El primero, era la autonomía del partido en los niveles locales de gobierno, que buscaba una elección real de la dirigencia priista a nivel local, partiendo de criterios seccionales y de estructura geográfica y no sectorial, para continuar hacia arriba hasta alcanzar a los comités directivos estatales, pasando por los comités municipales. El segundo aspecto era la culminación del primer procedimiento y consistiría en la elección por la base de los integrantes de las planillas municipales a contender en las elecciones. Se pretendía que en el futuro este mecanismo electoral comprendiera otros puestos de elección popular pero nunca se señalaron cuales. Finalmente el tercer aspecto era una sutileza: reforzar la estructura geográfica, lo que conllevaba la búsqueda de ciudadanos para al partido, es decir, de privilegiar la afiliación individual y no la colectiva.
Para Madrazo el PRI debería ser un partido de ciudadanos que debía dejar de lado su retórica oficial basada en los conceptos de obrero, campesino, proletario, pueblo y nación. La propuesta de Madrazo lastimó los más arraigados intereses del sistema político mexicano, y su reforma fracaso a pesar del apoyo de CTM y la CNC. Serían la CNOP y los gobernadores quien obligaría a Madrazo, apoyados indudablemente por Díaz Ordaz, a renunciar a la presidencia de su partido.
Al abandonar el PRI, Madrazo no renunció a su militancia y realizó una campaña nacional de consultas escritas y conferencias magistrales que pedían cambios en su partido así como denotaban el enorme deseo de participación política de las clases medias en ascenso.

El movimiento médico

La política de falsa apertura democrática y aparente radicalidad del gobierno de López Mateos había dejando no sólo una honda huella en los movimientos populares, sociales y en el resurgimiento de las formas de lucha de la oposición política, así como las condiciones latentes de una guerrilla rural, la insatisfacción de un movimiento obrero y campesinos vejado, reprimido o mediatizado. A esta situación se sumaba la insatisfacción de las clases medias, que veían restringidas sus necesidades políticas y diezmadas muchas de su reivindicaciones sociales. Esta política cortaría el presupuesto social especialmente a la salud y a la educación., lo que daría la pauta para el surgimiento primero de un movimiento médico que buscaba mejoras a su gremio y de un movimiento estudiantil con un horizonte más amplio, que reivindicaría una situación política distinta.
El primero en surgir sería el movimiento médico. Se iniciaría tres días antes del cambio de poderes previsto para el primero de diciembre de 1964, a raíz de la cancelación del pago del aguinaldo a los médicos becarios y residentes del Hospital 20 de Noviembre, que integraron la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Intemos, A.C e iniciaron un paro de labores.
La expansión de los servicios de salud en el IMSS, ISSSTE y Secretaría de Salubridad y Asistencia propició que el número de trabajadores de bata blanca aumentara. La consecuencia lógica de esta expansión sería el deterioro de las condiciones de trabajo de los médicos, los bajos salarios, raquíticas prestaciones, extenuantes y largas jornadas de trabajo que comprendían 36 horas de servicio por 12 de descanso. Esta expansión fue posible gracias a sobreexplotación de los llamados “médicos becarios”, estudiantes del último año de medicina, que trabajan en los hospitales públicos y que no eran considerados como trabajadores por las autoridades gubernamentales, carecían de un verdadero contrato de trabajo, su antigüedad no contaba cuando dejaran de ser becarios e incluso carecían de servicio médico para sus familiares.
Ante esta situación realizaron dos nuevos paros de labores: uno enero y otro en abril del año siguiente. El gobierno prometió solucionar sus demandas y no cumplió. En cambio el gobierno inició represalias contra los paristas, manipuló a la opinión pública mediante la prensa con el afán de desacreditar el movimiento, y ordenó represiones físicas y persecuciones policiacas contra los principales líderes.
El 16 de agosto los médicos, situados en un callejón sin salida, realizaron su cuarto y último paro. El gobierno recurrió a una dura represión del movimiento, desalojó con el cuerpo de granaderos los hospitales 20 de noviembre, Colonia y Rubén Leñero. Acto seguido los médicos paristas fueron sustituidos por médicos militares; además, en un golpe manipulador y de fuerza ante la opinión pública,, el gobierno ordenó a la Federación de Sindicatos de Trabajadores del Estado organizar una manifestaciones de apoyo a sus medida para desacreditar al movimiento y a la Procuraduría General de la República consignar y aprehender a los cabecillas del movimiento, cerrando su pinza autoritaria con el cerco de los hospitales por los granaderos.
La puntilla final al movimiento consistió en elaborar listas negras de los médicos participantes y de los líderes que no sólo suspendían su posibilidad de ser contratados por el gobierno sino en un principio de volver a ejercer su profesión. El autoritarismo del nuevo gobierno era un hecho. Finalmente, poco tiempo después, las demandas de los paristas se cumplieron en parten mejorando las condiciones laborales y salariales de los trabajadores de bata blanca.

El movimiento Estudiantil

El movimiento estudiantil, en cambio, tuvo un cariz muy distinto al movimiento médico. Mientras este era un grupo aislado, el estudiantil enarbolaría demandas de mayor significado y trascendencia política. Desde 1966 la politización de la UNAM, por la reforma académica del rector, Dr. Ignacio Chávez, desató una huelga estudiantil. Chávez pretendía normar la entrada a todas las facultades mediante un examen de admisión, por lo que el egreso con éxito del bachillerato universitario ya no garantizaría la entrada a la universidad. Por otra parte, los profesores deberían capacitarse continuamente mediante un examen de "defensa" para cada curso a impartir. La huelga inició en la Facultad de Derecho, se unieron a sus dirigentes otros maestros universitarios y estudiantes del bachillerato. Después de varias semanas de disturbios los huelguistas tomaron las oficinas del rector. El rector renunció y en su lugar fue electo el ing. Javier Barros Sierra, quien reinstaló el pase automático. Este antecedente negativo, debilitó a la universidad como una institución autónoma y marcó la pauta de otros movimientos en la UNAM. Sin embargo, en la provincia, las universidades de los estados no corrieron con la misma suerte. En octubre fue reprimido el movimiento estudiantil en Michoacán por el ejército. Al año siguiente fueron reprimidos los movimientos en Tabasco, Morelia y Puebla.
En 1968, las protestas iniciaron en Guanajuato con una marcha a Morelia, exigiendo la liberación de los estudiantes encarcelados dos años antes. En la capital el inicio del movimiento estudiantil se desarrolló a principios de este año, cuando estudiantes de nivel bachillerato se enfrentaron violentamente, interviniendo la política de la misma forma y arrestando e hiriendo a muchos estudiantes. La insensatez policiaca ocasionó que el movimiento se convirtiera en una bola de nieve, que aumentaba día con día. Los granaderos intervinieron, sin ningún sentido, contra cualquier protesta estudiantil. Al conmemorarse la revolución cubana una marcha de protesta fue agredida brutalmente. En otra ocasión se utilizaron bazucas para allanar una escuela preparatoria de la UNAM. El 30 de julio todas las preparatorias de la UNAM cerraron sus puertas, a pesar de la airada protesta del rector Barros Sierra en contra de la violación de la autonomía universitaria. Se efectuó una manifestación dentro del campus universitario que reunió a más de 10 000 estudiantes, maestros y padres de familia. Cientos de manifestantes fueron arrestados. La espiral de la protesta creció hasta el 2 de octubre, cuando en un mitin realizado en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, donde tras de recibir una señal de bengala desde los helicópteros de la policía, los soldados ametrallaron a la multitud.
La magnitud del autoritarismo estatal materializado en la violencia de la Matanza del 2 de octubre ha tenido diversas interpretaciones, siendo la más común señalarlo como un parte aguas de la historia nacional, momento en que el Estado autoritario mexicano, debe cambiar de rumbo, para recobrar un mínimo de la legitimidad pérdida. Una interpretación en este sentido es la de Sergio Zermeño, quien a partir de una análisis detallado del movimiento del 68, nos presenta la naturaleza de las luchas sociales, el Estado y la represión en México. Atribuye cuatro causas profundas del movimiento del 68: 1) la inadecuación del sistema para absorber y presentar las demandas de los sectores sociales; 2) el deterioro de las relaciones Estado-universidades; 3) el debilitamiento del modelo cultural o ideológico y del nacionalismo dominante; 4) el favorecimiento del Estado de las clases altas, actitud percibida agudamente por algunas capas medias. Sin embargo, debe considerarse del movimiento no su impulso directo o indirecto del carácter reformador del Estado, sino las posibles razones del porque de la represión. "En tanto que grupo -sostiene una nueva interpretación-, los estudiantes no eran vitales para el régimen, dado que no constituían una parte funcional de la maquinaria política basada en el partido oficial. Empero, su rebelión podía ser peligrosa de dos modos:, primero, <> a los sectores medios que formaban la base de la CNOP (a la que vendrían a pertenecer sus padres); segundo, movilizando a los trabajadores y campesinos que habían quedado al margen de los beneficios distribuidos por el desarrollo estabilizador. Al llamar la atención, no sólo sobre la desigualdad y sobre la injusticia social, sino también sobre los rasgos institucionales que las reproducían -el partido oficial y el absolutismo presidencial- los estudiantes podían llevar a los descontentos a poner en duda la estructura institucional del régimen, algo que no había acontecido desde la huelga ferrocarrilera".


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